XV

El orden en cualquiera de sus formas, para que los elementos de localización sirvan a efectos de elementos de control, necesita sus cuotas programadas de desorden, inestabilidad e inseguridad junto a estados emocionales de miedo, angustia y temor. Si no fuera por esta incertidumbre, por este peligro potencial, amenaza que se cierne por el horizonte, NADIE aceptaría estar sujeto, convertirse en un sujeto de derechos y deberes, y adoptar, en consecuencia, la forma de un estado de estados. Más bien CUALQUIERA seguiría con una forma de vida no-estatal ni estatificante, libre de practicar o sufrir detenciones, ajeno a la parálisis de los sentidos y del pensamiento. Un flujo que ya no sería de guarda ni guardián, con reservas y compromisos, sino un flujo de dispersión, incalificable, llamado VIDA y que capitalizarían un sinfín de cabezas cualquiera, flujo de capitales inconsumibles, privados de memoria, que no guardan NADA ni guardan a NADIE. El término y el fin dejarían de tener sentido, no habría término a confiscar, retener ni detener, un flujo libre de cargas y de peso muerto, sin propiedades adhesivas, líquido elemento, transparente a si mismo y a los otros, que haría lo que querría y querría lo que haría aunque se tratara de lo impensable y lo inmaginable. ES LA PURA REALIDAD. No es una carga, una barrera para sí mismo, porque no (se) guarda nada; no es un obstáculo o una amenaza para los otros, porque no (se) guarda ni vigila a nadie. PERO LA POLÍTICA ES EL FIN.