El cuidado, la diligencia en el trato de las almas y los cuerpos, la vigilancia exquisita, el seguimiento continuado, requiere una atención especial a los movimientos, la puesta en práctica de una estasis dinámica, una EXTRACCIÓN de flujo, segmento móvil como cogido con pinzas, lombriz agitándose, que, antes de que pueda liberarse, recupere su movilidad, la libertad de acción, se emplea para la DETENCIÓN de otro flujo, doble movimiento de estabilización del agente y el objeto, ya sea mediante CHOQUE, carga policial contra el núcleo de la manifestación, irrupción en el domicilio a altas horas de la madrugada, cuando el sueño es más profundo; BLOQUEO, servicios de atención personalizada y contención emocional; DEMORA, derivaciones innecesarias y largas colas que se soportan con resignación, o PASMO, parálisis frente al horror desencadenado, círculo sangriento de los cuerpos despedazados, o frente a la imagen perfecta, espectáculo terminal del sueño anulado, pozo negro de los deseos lleno de monedas. La efigie del monarca grabada en el metal, como retrato del poder, ofrece al ser lanzada al aire hacia atrás, ciegos a su origen, destino y naturaleza, dos caras complementarias, antes de caer en el agua, ocultarse a las miradas para siempre: un rostro descompuesto, con la cara hecha jirones de carne, y una faz gloriosa, radiante, retocada hasta la perfección, girando sin cesar mientras emite destellos.